La intimidad es necesaria para todos. Gracias a ella te defines como persona. Cuando te permites tener espacios de intimidad conformas tus pensamientos, emociones, sentimientos, ideas y creencias que has ido adquiriendo a lo largo de tus experiencias e interacciones con los demás y el entorno.
Cuando se cuestiona la intimidad
También la intimidad es un espacio para poder hacer todas aquellas cosas que desea hacer a solas y que no se quieren compartir con los demás. Por ello, la intimidad es positiva y buena para el desarrollo personal.
Han sido algunas sociedades y culturas las que han fijado, mediante la palabra, que la intimidad es algo negativo o perjuicioso. Es bastante habitual oír: “estamos cada vez más en una sociedad individualista”, “sólo mira cómo se siente él/ella mismo/a”, “las parejas de hoy en día quieren tener espacios para cada uno, y eso hace que se rompan”.
Recriminación de los espacios de intimidad
No es raro que hayas experimentado la recriminación de los espacios de intimidad. Ha podido ser entre otras personas o igual lo has vivido hacia ti. Incluso puede que hayas sido tú quien lo haya recriminado. A veces, esta intimidad la has podido o la han podido malentender como egoísmo o narcisismo.
En ocasiones se ha confundido la intimidad con la independencia y autonomía de la persona, con una connotación negativa: “es que a ella le gusta preservar su intimidad”, “No, es que es muy independiente y no cuenta lo que hace o deja de hacer”, “Mis hijos siempre han sido muy autónomos por eso, ni ellos me cuentan ni yo les pregunto”.
Esta intimidad entendida como egoísmo, narcisismo, independencia y autonomía, ha hecho que socialmente se genere una idea de que sus miembros parecen no necesitar a los demás.
Exposición de los espacios de intimidad
En contraste a esta idea, cada vez más sobre todo en redes sociales y programas de televisión, la personas están exponiendo sus espacios de intimidad. Entonces en qué quedamos, ¿Preservas tu intimidad o no?, ¿eres interdependiente o autónomo?, ¿El preservar tus espacios implica que eres egoísta o narcisista?, ¿Es esto malo o bueno?
Todas estas cuestiones se han puesto sobre la mesa durante el confinamiento debido a la convivencia entre seres queridos.
Con las siguientes reflexiones vamos a intentar despejar algunas de estas incógnitas, a qué lugares te han llevado esta situación, y llevar más reflexiones a debate.
¿Qué es la intimidad?
Desde el punto de vista de cada persona, la intimidad implica lo físico, lo emocional y lo psíquico:
- La intimidad física se refiere al espacio físico, que es el cuerpo de cada uno, la ropa, qué se hace con el propio cuerpo, el sexo, la gestión del tiempo que se le decía, ect.
- La intimidad emocional son los propios sentimientos, los cuales no se pueden cuestionar. Tenemos el poder de compartirlos o guardarlos para nosotros.
- La intimidad psíquica son las creencias, la propia historia, la memoria, las normas, la moralidad, la ética, la política, la religión, los pensamientos, entre otras.
Hay otra área de la intimidad que se sale de la clasificación anterior. Esta es la intimidad de las propias competencias. Estas son las cualidades, habilidades y capacidades de ayuda mutua, saber gestionar los cambios, las competencias educativas, etc.
A su vez, existen también las intimidades compartidas por grupos sociales. Cada familia, cada pareja, cada grupo de amigos, tienen sus espacios e intimidades propias, y que comparten entre ellos. Al igual que en la intimidad del individuo, en los grupos también existe un espacio de intimidad físico, emocional y psíquico:
- Físico: hay un hogar, unos límites o exclusividad física, una habitación propia, unos objetos compartidos, y todo lo que sea pactado entre las personas integrantes.
- Emocional: los sentimientos compartidos, tipo de relación de apego y amor, cómo se muestran las emociones, etc.
- Psíquico: valores, creencias, secretos, complicidad, ideas de cómo se gestionan, pensamientos, ideales religiosos o políticos, etc.
Por todo esto no podemos considerar a la intimidad como un solo concepto ni como algo individual. La intimidad se maneja en un entramado múltiple, que hace complejo manejarse en ella.
Intimidad, comunicación, expectativas y necesidades
De manera general, estás acostumbrado a hacer tu vida, tu trabajo, tus estudios, tu tiempo en el que haces alguna actividad sin estar con la pareja y la familia. También hay otros momentos en los que estás con ellos y hacéis cosas juntos o simplemente convivís.
La situación de confinamiento ha hecho que algunos espacios de intimidad no sean posibles y que hayas sentido frustración, enfado, tristeza, angustia. O que tus seres queridos sientan que no tienen estos espacios para ellos.
De repente se ha roto ese equilibrio natural al que estábamos acostumbrados.
Esta pérdida de equilibrio ha hecho que hayas podido sentirte invadida/o por tus seres queridos. También que hayas podido invadirles.
Por el miedo a la pérdida de esa intimidad, puede que tanto tú como las personas con las que convives os hayáis aislado, dejando de lado a los demás, y generando a los otros una sensación de vacío dolorosa y frustrante.
Esto puede crear la sensación de que se ha hecho algo mal y, por ello, el otro nos ignora, produciéndose inseguridad y problemas en la relación.
También has podido sentir que tenías que estar todo el tiempo con las personas con las que convives. Esto ha sido generador de tensión y mucha exposición en pos del bien común, el de la otra persona, o el de evitar una crítica de los demás por querer tener tus espacios íntimos.
Así, cada persona ha defendido, o no, su espacio de intimidad, dando igual si se es pareja, hermanos, padres, madres, hijos, etc. Al chocar tantas individualidades dentro de un grupo se producen conflictos por incompatibilidad de las mismas.
Todas estas situaciones pueden provocar problemas en las relaciones. Cuando realmente es un problema de comunicación y límites.
La forma de mantener el equilibrio es hablar de manera directa sobre lo que está sucediendo, intentando regular esos tiempos y espacios. Esto es necesario para que ningún miembro de la pareja o de la familia sienta que no se le escucha, se le invade, o no se le incluye en las actividades.
Comunicación
Puede que la comunicación con tus seres queridos fuera buena antes de la situación de confinamiento y siga siendo así. Esta situación ha podido hacer que la comunicación se haya visto reforzada o que hayan surgido algunos problemas.
Puede que esta fuera mala y que, al encontraros juntos durante mucho tiempo y no tener espacios de intimidad, la situación haya empeorado, llevando las relaciones al límite. O ha podido ser una oportunidad para encontraros y solucionar aquello que teníais pendiente.
Aprender a gestionar esto ha sido una tarea propia, de la relación de pareja, familiar o de convivencia.
Por otro lado, esta experiencia ha podido servirte para pasar tiempo con las personas queridas. Hacer con ellas todas aquellas cosas que querías hacer, tener todas las conversaciones que querías tener. En definitiva, compartir esos espacios de intimidad de la pareja o la familia que el día a día no te dejaba disfrutar.
En resumen, esto ha podido ser para ti una situación de tensión que hayas finalmente resuelto o haberse enquistado en tu corazón. O bien haya podido ser una situación de disfrute y alivio para ti y los tuyos.
Expectativas
Durante todo este tiempo has podido redescubrir al otro y gustarte más o menos de lo que te has dado cuenta.
En la base de todo están las expectativas previas que has tenido o tienes respecto a los demás, y que el otro tiene hacia ti.
Estas expectativas pudieron ser de muchos tipos:
- De lo que aportarías o aportarían las otras personas a la relación.
- Lo que harías o harían para mantenerla viva.
- De cómo afrontarías o afrontarían una situación de crisis como la actual.
- De cómo gestionarías o gestionarían las tareas de casa.
- Qué harías o harían para hacernos sentir mejor.
Cuando estas expectativas que tenías no se han cumplido, o las reacciones han sido inesperadamente negativas, has podido sentir decepción, enfado o tristeza.
Es importante saber que ni la otra persona ni tú habéis pasado nunca por una situación similar a la actual. Esto ha podido hacerte sentir o sentirse al otro vulnerable o frágil, dejándoos descuadrados y sin saber qué recursos propios utilizar para afrontar la situación.
Nadie estaba preparado para algo así. El ver al otro y a uno mismo de manera compasiva es esencial en estos casos. Solo de esta manera puedes acompañar al otro y ser acompañada/o en este momento.
Necesidades
Lo que ha sucedido te ha podido dejar sin mucho margen de acción, limitando que se cubran tus necesidades. Por lo general, son las personas cercanas o con las que convives las que suelen satisfacerlas. Pero como esta situación ha sido común a todos, a la otra persona le ha podido suceder lo mismo.
Puede que el otro no haya estado para cubrir tus necesidades, como tú puede que no hayas estado para cubrir las necesidades de los demás. Este entramado ha sido generador de muchas de las dificultades y frustraciones con las que te has podido encontrar en la convivencia con tus seres queridos.
Es importante que te puedas dar el permiso para decir cómo te sientes y pedir ayuda si fuera necesario. También preguntar al otro cómo se siente, qué necesita y cómo lo necesita.
Soledades
Puede que durante el confinamiento no hayas vivido acompañada/o. Quizá te haya pillado viviendo sola/o y hayas decidido quedarte en tu casa o bien no has podido moverte de lugar o ciudad para reunirte con tus seres queridos. Para ti ha podido ser un confinamiento en soledad, elegida o impuesta.
A pesar de ello, la soledad es relativa. Te hace sufrir o te llena de alegría, te frustra o alivia. Cada persona la vive de una manera completamente diferente, o puede ser ambivalente ante ella.
Se cree que la soledad es un espacio completo de intimidad pero, con las herramientas tecnológicas de las que disponemos hoy, puede que la soledad y la intimidad hayan dejado de tener esta relación.
Has podido estar solo/a y estar en contacto permanente con todo el mundo. Has podido exponer o compartir tu intimidad de muchas formas, publicando lo que haces en cada momento por redes sociales, teniendo todo el día videoconferencias, hablando todo el rato por teléfono. Puede que esto te haya servido para huir de la soledad o tenga que ver con tu narcisismo, miedos o incapacidad de gestionar tu propia intimidad.
También has podido encontrar en esta soledad un espacio para tener esa ansiada intimidad que estabas necesitando. Has podido aprovechar para hacer todas esas cosas que habías pospuesto o que no te atrevías a hacer por ser juzgado por los demás. Le has dado el valor que tiene tu tiempo e intimidad, y que dedicarlo a tí es de las mejores cosas que puedes ofrecerte.
Efectivamente has podido hacer las dos cosas. Siempre y cuando a tí te haya satisfecho, estará bien.
No hay un equilibrio o fórmula perfecta respecto a la soledad e intimidad. Será bueno para tí aquella forma con la que te sientas bien. Ser consciente de para qué estás o no en esa soledad, o para qué o no preservas tu intimidad, es la única forma en la que podrás tomar una decisión de qué hacer con ambas.
Confinamiento, intimidad y percepción de la realidad
Si algo nos ha traído también el confinamiento es que no hemos estado tan expuestos a los demás. Las casas se han cerrado y no hemos estado tanto en contacto o conversando con las personas cercanas.
Estos contactos o conversaciones nos daban la oportunidad de contar lo que nos sucedía, pensábamos o sentíamos, y de escuchar lo del otro. Esto nos aportaba otras visiones, otros puntos de vista y nos mantenía en contacto con la realidad.
En algunos casos, esta falta del punto de vista exterior ha podido hacer que empieces a considerar como normales ciertos comportamientos, interacciones y situaciones que has vivido con tu pareja o familia en tu hogar cerrado. Y puede que estos no sean tan saludables como crees.
Puede que dentro se estén transgrediendo muchos de los espacios de intimidad y que estos en algunas ocasiones lleguen a convertirse en actos violentos. Puede que los hayas hecho, que te lo hayan hecho a tí, o hayas visto que sucede entre otros miembros de la familia.
Ha podido suceder que un miembro de la convivencia te haya dicho que lo que haces o no haces está bien o está mal, y esto te ha podido generar confusión respecto a tus acciones. El ser cuestionada/o o cuestionar al otro, y si se da de manera continuada, puede hacer que empieces a tener dudas y no tengas un hilo conductor que te una a la realidad.
La situación de confinamiento y la no mirada externa, han podido hacer que muchas de estas transgresiones sean normalizadas y justificadas. Y se corre el riesgo de que se instauren en la dinámica de las relaciones más allá del confinamiento.
De nuevo, las herramientas tecnológicas te han podido salvar de este aislamiento y poder tener la visión de la realidad del otro. Esto ha podido hacer que hayas cuestionado las transgresiones, las hayas hablado y solucionado para que todos los miembros de la convivencia puedan sentirse a salvo y cuerdos.
Un psicólogo puede ayudarte a tener esa visión externa que necesitas para detectar y dar solución a estos comportamientos nuevos instaurados durante el confinamiento.
En Atalanta disponemos de terapeutas especializados en atender las consecuencias que se han generado a partir de la pandemia. Te atendemos presencial u online.
Pérdida de la intimidad: Trastornos emocionales y psicológicos
Cualquier pérdida (cualquier cosa que has tenido y que ahora no tienes, por el motivo que sea) requiere transitar un duelo. El duelo es un proceso de adaptación a una nueva forma de estar y vivir sin lo que hemos perdido. Cuando el duelo no se transita o se hace de tal manera que el sufrimiento no cesa, se puede convertir en un trastorno emocional o psicológico.
Por ello, la pérdida de la intimidad también es algo que puede causar trastornos emocionales y psicológicos.
Los más habituales que se pueden dar son la ansiedad, la angustia, la tristeza extrema, la depresión, episodios psicóticos, autoagresiones, ideaciones o intentos suicidas, entre otros.
Es muy importante saber qué espacios de tu intimidad necesitas preservar y cuáles otros pueden ser flexibles según las circunstancias. El confinamiento ha hecho que estos espacios se pongan en tela de juicio, y quizá ahora, siendo consciente, puedas regularlos de manera más sana. Esto hará que no tengas que sufrir malestares emocionales y psicológicos graves e innecesarios.
Algunos de los temas para reflexionar sobre tu intimidad
Intimidad, bendito tesoro
La intimidad es necesaria para todas/os. Sin ella no podrías integrar todas esas cosas que vas aprendiendo, sintiendo, experimentando y recibiendo del exterior. Necesitas de un espacio propio para poder reflexionar y tener tu propia visión y decisión de ser y estar respecto a ello.
Los espacios de intimidad son importantes porque definen quién eres tú y quién es el otro, dónde estás tú y dónde está el otro. Te permite poner los límites donde sientes o crees que son necesarios, al igual que te permite darte cuenta de cuáles son los límites de los demás.
Efectivamente, la intimidad en el extremo puede ser dañina. Pero ahí estás tú para buscar un equilibrio sano para tí y tus relaciones.
Comunicación
Habrás oído mil veces eso de “lo que tenéis es un problema de comunicación”. Pues ahí le han dado en el clavo. Todos los problemas relacionales se basan en que hay problemas para estar en la misma frecuencia de comunicación. Hay que tener en cuenta la metacomunicación, que es todo aquello que no se dice, pero que va implícito en el mensaje que se dice. Todo lo que dices o lo que te dicen está impregnado de emociones, pensamientos, experiencias, creencias, expectativas. Como, por suerte, no estás “en la cabeza del otro” porque es un espacio de intimidad psíquico, puede que los demás esperen que sepas qué sienten, desean, piensan, necesitan. El que no lo intuyas es uno de los principales problemas a la hora de comunicarnos, pero es que ni tú ni el otro está ahí para intuir lo que nos sucede.
Anímate a aprender a gestionar qué partes de tu intimidad quieres compartir. Decir lo que sientes, quieres, deseas, necesitas, cómo lo necesitas y cuándo. Aprende a preguntar qué siente el otro, qué quiere, qué desea, qué necesita, cómo lo necesita y cuándo. Te aseguro que así la comunicación y a intimidad tendrán un mejor equilibrio. ¡Nada es perfecto!.
Expectativas evaluadoras y necesidades que hablan de ti
Las expectativas y las necesidades van de la mano. Ambas reflejan una manera de ver las cosas y cómo deben ser para así satisfacernos. Cuando los demás o tú no las cubres, se produce un conflicto con el otro o con la idea que tienes sobre tí mismo/a. Se produce entonces una insatisfacción.
Aprende a revisar tus expectativas y conviértelas en más realistas y menos juzgadoras contigo y con los demás. Empieza a ser consciente de tus expectativas y necesidades, de dónde vienen, qué cubren, para qué las tienes, y luego pide aquello que necesitas de manera abierta y sincera. De esta forma no habrá trampas en la comunicación. Solo así estarás en el camino de mejorar la relación contigo mismo/a y con los demás.
Soledad elegida o soledad impuesta
“Nunca llueve a gusto de todos”. Esta es una frase perfectamente aplicable a esta situación. Para algunas/os el confinamiento ha sido un momento ideal de soledad, para otras/os una tortura. Algunas/as han elegido vivir solas/os o en compañía, otras/os no han tenido elección. Sea como sea, la soledad va de la mano de la intimidad. Sirve para regular los espacios de cada una/o y para poner los límites.
Pon en práctica tus espacios de soledad elegida, afronta tus espacios de soledad impuesta o sal de ellos si lo necesitas. De cualquiera de las dos (elegida o impuesta) saldrás reforzada/o.
No “se te va la olla”, es el confinamiento y el aislamiento, pero esto no justifica cualquier acto
Las situaciones prolongadas de pérdida de contacto con el exterior generan sensación de desrealización. Así que estate tranquila/o pero antenta/o, lo que te sucede es debido a esto y tiene solución.
Actualmente hay muchas herramientas para poner tu mente en orden cuando lo que te dice otra persona empieza a hacer que te cuestiones tus propias emociones, pensamientos, creencias, sensaciones y comportamientos.
Hay muchos foros en internet, llamadas, videollamadas, vecinas/os cercanos, televisión, etc. Todo ello puede ayudarte a volver a poner los pies en la tierra y darte cuenta de si se está transgrediendo tus espacios de intimidad física y psíquica y si esto se está convirtiendo en un acto violento hacia ti. También es importante darte cuenta de si tú misma/o estás haciendo esto hacia otras personas con las que convives. Revísalo. Estés en la posición en la que estés, en tus manos está cambiar lo que está sucediendo en tus relaciones.
Cuidar tus emociones y estado mental
La pérdida de la intimidad implica pasar por un duelo, y cada persona lo transita de una manera distinta. La situación de confinamiento ha hecho que algunos perdamos ciertas partes de nuestra intimidad. Tienes que ser consciente de ello y cómo te ha afectado, para, de esta forma, poder afrontarla o pedir ayuda si te es complicado transitarla.
Estate atenta/o a no perder otros espacios de intimidad que están en tus manos, porque gracias a ello podrás no tener que pasar por la ansiedad, la tristeza, y otros síntomas emocionales y psicológicos que implican su pérdida.
Algunas preguntas para la reflexión
- ¿Siento que preservo mi intimidad o que está invadida?
- ¿Tengo espacios de intimidad compartidos? ¿me cuesta decir a los demás que necesito mis espacios de intimidad?
- ¿Qué expectativas he tenido sobre el otro y sobre mí misma/o durante el confinamiento? ¿He cubierto las necesidades del otro y se han cubierto las mías?
- ¿He tenido una soledad elegida o impuesta? ¿Cómo la he gestionado?
- ¿He estado aislada/o durante el confinamiento? ¿He cambiado impresiones con personas fuera de mi hogar? ¿He estado en contacto con la realidad?
- ¿Cómo cuido mis espacios de intimidad, mis espacios físicos y psicoemocionales?